
No es mal número. Sir Arthur Conan Doyle hizo su segunda entrega de los habitantes del 221 B de Baker Street usando como centro de las búsquedas de tan conocido sabueso este mismo número. Y por algo sería.
Cuatro es un buen número, mejor que tres, ese que siempre lleva consigo el peso del triángulo. El ser humano dentro de un cuadrado o los más avanzados con un rectángulo, se siente agusto. Hay quien cree que lo ideal es la ausencia de ángulos como en el círculo o la juguetona elipse... o la bella diversidad de un trapezoide, donde ninguno de sus cuatro lados es paralelo a otro. Un paraiso.
Dedicado a todos los matemáticos con los que me cruzo en cada recta de esta vida. Que no son pocos.