Son el faro de la calle. Desde la esquina se ven y se sienten, y se huelen si la brisa nos acerca lo que ellas derraman. Y son un termómetro de los estados de ánimos. De su dueña y admiradores. Espejo de quien se detiene a verlas. Son el faro de mi calle que no tiene mar y sin embargo nunca se encalla ningun yate. Quizás porque no los hay pero esa es otra historia que por ahora no voy a contar...
La ronda de los presos
Hace 4 semanas