
No hay grupo de amigo o familiares que no tenga su cabeza. Mejor dicho
el cabesa, o
cabesssa a secas. En las clases pudientes era tradicional tener un primo o un hijo curita, aquí entre los que saboreamos las eses que nos comemos (en lugar de ir arrastrándolas) nos conformamos con tener al cabeza. Si además viene con el canijo la cosa puede estar
niquelá, y entre los tres nos tomamos unas birras tras darle al balón en el
descampao del barrio. Que no nos falten.