Fuiste quizás la sorpresa de aquel viaje.
Llegue a tu ciudad enamorado de sus viejos tranvías de madera, de su río, de sus edificios en decadencia, de aquel terremoto, en lo que fue la city de una parte del mundo, frontera de países, ciudades hermanas. Pero siguiendo el río, buscando una torre emblemática, siguiendo un tren moderno cargado de seguidores de tu equipo de fútbol, tanto alboroto hizo más grande tu presencia. Barrio de Belém, tu también escondes paz en tus viejos claustros.
2 comentarios:
Antonio:
Este blog se me había pasado ver, porque los otros ya los he visto, pero éste se me escapó jaja, por lo que, te doy las gracias, por el comentario que me acabas de dejar, porque gracias a él, me he podido dar cuenta de éste otro blog, que me gusta lo que he leído.
La paz siempre la encontraremos en nuestro interior, no en el exterior, y por lo tanto, debemos procurar encontrarla dentro para poder estar agusto con nosotros mismos y así poder exteriorizarla hacia los demás.
Voy a pasar páginas a éste blog, que es el que más me ha gustado.
Un beso, y muchas gracias.
María pienso como tú, al exterior proyectamos lo que tengamos dentro, por eso tras atravesar la muchedumbre que nos encontramos y llegar a aquel remanso de paz sorpresiva, había que sentarse y buscar la belleza...
Antonio
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